La osteología es la parte de la anatomía que se dedica al estudio de los huesos. Éstos como todos los tejidos conjuntivos, están formados por células, fibras y sustancia fundamental; en el tejido óseo encontramos una diferencia respecto a los otros tejidos conjuntivos, que es la mineralización de su matriz, se convierte en un tejido muy duro cuya función es la de soporte y protección. Debido a esta característica el esqueleto proporciona apoyo interno al cuerpo y facilita la inserción de músculos y tendones, gracias a esta interacción se produce el movimiento de las articulaciones. Otra de las funciones mecánicas es la de proteger los órganos vitales de las cavidades craneal y torácica.
Algunos huesos como las costillas, esternón, columna vertebral, entre otros, están formados por médula ósea roja, donde se forman leucocitos, eritrocitos y plaquetas. También desempeña una importante función metabólica como depósito de calcio y fosfato [Ca10 (PO4)6(OH)2], ambos pueden ser movilizados para ser tomados o depositados a medida que la regulación homeostática de la concentración de calcio en sangre lo exija para mantener el equilibrio. El hueso es un material vivo y dinámico en constante reconstrucción y renovación, de forma sorprendente el hueso responde a influencias metabólicas, nutritivas y endocrinas.
¿QUÉ TIPO DE CÉLULAS CONFORMAN LOS HUESOS?
En los huesos que crecen activamente se distinguen cuatro tipos distintos de células óseas osteoprogenitoras (osteógenas), osteoblastos, osteocitos y osteoclastos. A pesar de que podemos clasificar las tres primeras como células distintas, son el resultado de las otras. Los osteoclastos tienen origen distinto.
1.-CÉLULAS OSTEÓGENAS
Células madre no especializadas, se encuentran en el endostio, capa interna de periostio y en las trabéculas del cartílago calcificado (que está en la metáfisis de los huesos en fase de crecimiento). Son más activas en fase de crecimiento aunque se reactivan en la vida adulta ante situaciones como la reparación de fracturas óseas y otras lesiones del hueso. Son las únicas con capacidad de división. Dan origen a los osteoblastos.
|
Fig. 2: célula osteógena |
|
Fig. 3 osteoblasto |
|
2.- OSTEOBLASTOS
Son células osteoformadoras de los huesos maduros y en fase de desarrollo. Son capaces de sintetizar los componentes necesarios para formar la matriz ósea y su calcificación (convirtiéndose en células planas relativamente inactivos que cubren la superficie del hueso).
|
|
3.- OSTEOCITOS
Son las principales células del hueso formado, son células maduras que derivan de los osteoblastos que quedan rodeadas por la matriz secretada. Permiten al tejido óseo el intercambio de nutrientes o eliminación de desechos al torrente sanguíneo.
|
Fig.4: osteocito |
|
Fig.5: osteoclasto |
4.- OSTEOCLASTOS
Son células de resorción ósea, es decir, son células fagocíticas derivadas de la médula ósea, presentes en las superficies óseas donde el hueso se está eliminando, reorganizando o reparando una lesión.
TEJIDO ÓSEO COMPACTO Y RETICULADO
Existen dos formas que se pueden diferenciar fácilmente que son el tejido óseo compacto (denso) y el tejido óseo esponjoso (reticulado).
TEJIDO ÓSEO COMPACTO:
|
Fig.6: tejido óseo compacto |
Constituye la mayor parte del esqueleto, sobre un 80%, es una masa sólida continua que forma la capa externa de todos los huesos. Está dispuesto por unidades anatómicas denominadas Sistemas de Havers (o osteonas), cada osteona está formada por un conjunto de laminillas concéntricas (donde se sitúan los osteocitos) que rodean un conducto central llamado Canal de Havers, por cuyo interior pasan los vasos sanguíneos y linfáticos, provenientes del periostio y penetran en el hueso compacto a través de los conductos de Volkmann, conectando la cavidad medular con los conductos centrales de Havers.
TEJIDO ÓSEO ESPONJOSO:
|
Fig.7: tejido óseo esponjoso |
Forma el 20% restante del tejido óseo, más ligero que el compacto, se trata de una malla de aspecto esponjoso compuesta de trabéculas, delgadas espículas de tejido óseo donde se sitúan los osteocitos. Los espacios que hay en la malla están comunicados y alojan la médula ósea roja, ésta se compone de células de las progenies hemopoyéticas en distintas etapas evolutivas. A mayor edad, la producción de células sanguíneas disminuye y la cavidad medular se va ocupando en su mayor parte por tejido adiposo formando la médula ósea amarilla.
|
|
Fig 8.: hueso largo, fémur |
La ubicación del tejido compacto y esponjoso varía de acuerdo a la forma del hueso, atendiendo a este criterio podemos distinguir
5 grandes grupos de huesos:
HUESOS LARGOS
La longitud predomina frente al ancho y el espesor, se compone de una diáfisis y dos epífesis. Poseen una pequeña curvatura que les dota de mayor resistencia, porque les permite una distribución del peso más uniforme su función es transmitir presiones.
HUESOS CORTOS
Sus tres dimensiones son similares, suelen tener forma cuboide e irregular. Soportan grandes presiones y se articulan con los huesos periféricos.
|
Fig.9: hueso plano |
HUESOS PLANOS
Son huesos delgados y anchos, poseen caras lisas y bordes irregulares que permiten una unión más efectiva a otras estructuras. Su cometido es la protección, por ejemplo el cráneo, costillas o el esternón.
|
Fig. 10: vértebra,
hueso irregular |
HUESOS IRREGULARES
No poseen ninguna de las formas regulares que permitan clasificarlos en los grupos anteriormente descriptos. La forma puede ser compleja, como en las vértebras, o puede contener espacios aéreos o senos, como el etmoides.
|
Fig. 11: rótula |
HUESOS SESAMOIDEOS
Suelen ser pequeños y redondeados, van incrustados en un tendón sometido a compresión, fuerza de tensión, fricción y esfuerzos habituales. Se encuentran en diversas articulaciones del cuerpo, siendo la rótula el hueso sesamoideo de mayor tamaño.
ESTRUCTURA GENERAL DE LOS HUESOS
|
Fig.12: Estructura ósea |
Los huesos están recubiertos de PERIOSTIO, capa de tejido conjuntivo denso que contiene los osteoblastos, excepto donde se articulan con otro hueso, en cuyo caso esta superficie está cubierta por CARTÍLAGO ARTICULAR. El PERIOSTIO participa en la nutrición y en la regeneración ósea, facilita la inserción de tendones y músculos con el hueso y es la única parte del hueso sensible al dolor.
El CARTÍLAGO ARTICULAR es un tejido elástico que recubre las articulaciones protegiéndolas de la fricción y facilitando el deslizamiento además de absorber los impactos a los que puedan estar sometidos.
El tejido que reviste las superficies de las CAVIDADES MEDULARES se denomina ENDOSTIO, es una capa celular que contiene osteoblastos. La CAVIDAD MEDULAR es un espacio interno del hueso que contiene médula ósea en su mayor parte médula ósea amarilla.
A mayores en un hueso largo nos encontramos con otras partes que lo definen como la DIÁFISIS, que se corresponde con el cuerpo del hueso, con dos extremos dilatados que se los conoce como EPÍFASIS, y a la porción dilatada del hueso que está entre la DIÁFISIS y la EPÍFASIS se la denomina METÁFISIS.
EFECTOS DE LA NUTRICIÓN SOBRE EL HUESO
Muchos factores nutricionales condicionan el crecimiento del esqueleto, la deficiencia de vitaminas o de minerales es rápidamente detectable en los huesos. La deficiencia de vitamina D puede alterar la absorción de calcio y fósforo a nivel intestinal, y puede producir raquitismo así como mayor riesgo de fracturas. El raquitismo se da principalmente en la infancia, hace que los huesos se deformen fácilmente a causa de la carga que soportan, aunque también se puede presentar raquitismo en el adulto, a esta enfermedad se le denomina osteomalacia, en esta dolencia puede ser consecuencia de la esteatorrea, que es la capacidad de absorber grasas, esto influye en la absorción de la vitamina D, ya que ésta es liposoluble.
Otra de las enfermedades en las que la nutrición tiene un papel importante es la OSTEOPOROSIS, es diferente al raquitismo y a la osteomalacia, porque la osteoporosis es el resultado de la falta de mátriz ósea orgánica y no de una mala calcificación como las dos anteriores. Las causas más comunes de esta enfermedad son la falta de vitamina C, muy importante para la formación de osteoides a partir de los osteoblastos; malnutrición que da como consecuencia una insuficiente mátriz proteica; inactividad física; falta de estrógenos que inhiben la estimulación de los osteoblastos y la enfermedad de Cushing, uno de sus síntomas es la disminución del depósito de proteínas a nivel corporal, aumentando el catabolismo proteico, esto deprime la actividad de los osteocitos.
La deficiencia de vitamina C también puede dar lugar al ESCORBUTO, en relación al hueso, se ve afectada la producción de colágeno y de la matriz ósea, lo que provoca un retraso en el crecimiento y en un mayor tiempo de curación en las fracturas.
En cuanto a la vitamina A existen dos riesgos, uno por déficit y otro por hipervitaminosis A, cuando ocurre el exceso de vitamina A, las placas epifisarias se consumen antes de tiempo y se puede ver cesado antes de tiempo el crecimiento; mientras que el déficit de retinol puede derivarse en graves lesiones del sistema nervioso central.
Sabina Soneira Pérez.
BIBLIOGRAFÍA DE OSTEOLOGÍA
|
Figura 13 |
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
Fawcett B. Tratado de Histología. 12ª ed. Madrid: Mc Graw-Hill Interamericana; 1995.
Guyton AC y Hall JE. Tratado de Fisiología Médica. 9ª ed. Madrid: Mc Graw-Hill Interamericana; 1996.
Ross MH, Kaye GI y Pawlina W. Histología. Texto y Atlas a Color con Biología Celular y Molecular. 4ª ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2006.
Putz R y Pabst R. Atlas de Anatomía Humana Sobotta. Tomo 1. 21ª Ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
Netter FH. Atlas de Anatomía Humana, 5ª ed. Barcelona: Elsevier Masson, 2011.
OTROS RECURSOS:
Vídeo de introducción a la osteología:
Vídeo del desarrollo de los huesos:
Vídeo componentes de los huesos:
Vídeo formación del hueso con algo de nostalgia:
IMÁGENES:
Figura 1, visión ventral y dorsal del esqueleto: Putz R y Pabst R. Atlas de Anatomía Humana Sobotta. Tomo 1. 21ª Ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana.